Un caso revelado por el programa ‘Testigo directo’ puso en evidencia los secretos utilizados a diario por los llamados ‘paga diarios’ en su oficio, al igual que varios testimonios de personas que han acudido a esta modalidad de préstamo.
Los también denominados ‘gota a gota’ son prestamistas de dinero que llegan a cobrar intereses anuales hasta del 300% y si sus clientes no pagan de manera puntual, se ven expuestos a graves consecuencias.
La mayoría de estas empresas son de papel, pues nadie sabe su origen o quién es su dueño, ni siquiera las personas que son contratados para visitar y recolectar el dinero.
«Podemos hacer 500 o 600 visitas en un día… las cuatro personas, 13 millones de pesos», reveló uno de los ‘paga diarios’
Yaneth Izquierdo, fiscal seccional del Tolima, ha sido una de las pocas funcionarias que le ha declarado la guerra a estas empresas.
«Es dinero que probablemente proviene del microtráfico y eso nos llevaría a ubicar a los presuntos sindicados y en el momento de las capturas hacer cargos por el delito de enriquecimiento ilícito o lavado de activos».
Y es que nadie puede darse el lujo de no pagarle a estos sujetos, pues ellos tienen claro que si no es con el dinero, se paga con la vida.
«Ellos lo amenazan a uno y dicen: si usted no me paga y ahí miramos cómo arreglamos porque yo no ando con cuentos. Entonces uno acude a otro gota a gota para cubrir esa deuda y así hace uno; tapa un hueco y luego destapa otro… Hasta que usted ya se siente asfixiado, no puede dormir y se la pasa pensando en qué hacer», relató una cliente ‘gota a gota’.
Otro testimonio de una mujer reveló el caso de uno de los empleados que tenía en su negocio, el cual tenía cerca de 18 ‘paga diarios’ y se vio en la obligación de despedirlo.
Un cobrador entrevistado en el programa, confesó que gana 350 mil pesos semanales por su labor.
«Cuando uno entra le hacen firmar un documento donde se compromete a no decir dónde queda la casa, ni lo que se hable dentro del negocio».
Sin embargo, un detalle que llamó la atención de su oficio fue la rutina utilizada para iniciar un día de cobro normal.
«Iniciamos a las 6 de la mañana con una oración analizando la cartera del día anterior. Decían: Diosito, ayúdame a que todos me paguen y no utilizar otro medio brusco o groserías».
Malos o no, lo único cierto es que es un servicio al que más de uno acude en el país debido a la necesidad y la inmediatez y mientras sea utilizado, seguirá existiendo.