El país ha quedado conmocionado después de conocer el caso de Omar Ambuila, un funcionario de la Dian que manejaba toda a una red de contrabando dentro de la institución.
Cayeron por cuenta de Jenny Ambuila, la hija del funcionario y quien ostentaba excentricidades en redes sociales, facilitando que la Fiscalía y agentes de Estados Unidos la rastrearán.
Ella vivía en Miami, pero su papá y su madre Elba Chará, estaban radicados en Buenaventura, desde donde se daba el origen de todo.
Lejano al departamento de 15 millones de arriendo en la torre Trump, Lamborghini rojo y estudios en Harvard con los que vivía Jenny, sus padres pasaban los días en una casa modesta cerca al puerto.
Según lo detallado por El Tiempo, los Ambuila vivían en un sector no de bajos recursos, pero tampoco de casas ostentosas, pues en Buenaventura no están tan diferenciados los sectores pudientes, de los más populares.
“No presumían derroches”, sí andaban en una camioneta, pero no de alta gama y su vida era la que se podía dar una persona de clase media, como se lo detallaron algunos vecinos al medio nacional.
Otras personas contaron que los fines de semana no faltaban a la Comunidad Cristiana de Paz, donde sagradamente dejaban un diezmo, pero “sin mostrar riquezas”, como lo expresó uno de los líderes de la congregación.
De hecho, reconocieron que el aporte más significativo de los Ambuila, que llevaban 12 años en la iglesia cristiana, era aportar a actividades con el fin de atraer nuevos fieles.
Incluso se había dicho que Omar Ambuila le había regalado un carro al pastor de la comunidad, pero ellos negaron rotundamente esa afirmación.
Además, las personas que veían al señor en el puerto lo calificaron como un hombre “sencillo”, que no tenía problema en sentarse a tomar tinto en cualquier parte del Centro para hablar de fútbol o de política.
Lo que sí dicen en Buenaventura de los Ambuila es que estaban acostumbrados vestirse con ropa de marca, pero a nadie le extrañaba por el puesto que el señor tenía en la Dian.
Incluso, la Fiscalía mencionó que un Omar Ambuila devengaba hasta 10 millones de pesos mensuales como salario.
Es decir, la vida de los Ambuila en Buenaventura era bajo perfil, si se compara con la de Jenny en Miami.
No llamaban la atención e incluso uno de los interrogantes que se planteó un allegado de ellos en el artículo de El Tiempo, fue que la señora Chará no se sometiera a ninguna cirugía estética.
Según esta persona, eso es lo más común en Buenaventura cuando una persona consigue plata: “Ir al quirófano para moldear el cuerpo”.
Finalmente, a los tres los capturaron la semana pasada y mientras los padres de Jenny Ambuila continúan detenidos, a ella se le dio casa por cárcel.
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